Causa y Efecto
Por: José Antonio de la Vega Moreno / @Tono_delaVega
La elección de la mesa directiva del Congreso de la Unión ha tenido un toque político-legislativo lamentable.
Ni PRI, ni el PT se han sentado en esa silla que da poder a cualquiera y que lo acerca de alguna manera a los primeros niveles de la cúpula de la administración.
Priistas y petistas convirtieron al poder legislativo federal, en un salón de intercambios o movimientos de legisladores como mercancía política, para ver quién se queda con la conducción del tercer año de labores del poder legislativo y así concluir la primera parte del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
El diputado del Partido del Trabajo, Gerardo Fernández Noroña se equivoca.
No es con tráfico, mercadería, trueque de diputados como se logra la tercera fuerza política en la cámara baja.
La Ley Orgánica del Poder Legislativo establece que en el proceso electoral del uno de julio de 2018, el PRI salió mejor posesionado que el PT con el tercer nivel ganado en las urnas.
Fernández Noroña se equivocó al criticar la decisión del Presidente, Andrés Manuel López Obrador, tras mencionar que no se puede hacer política sin ética por un cargo.
Recordó –aquel sangriento, cruento 1994- en ese mismo pasaje, en dónde supone Fernández Noroña, que el PRI, es una pandilla de asesinos, tras ejecutar a su candidato a la Presidencia de la República, además, asesinar a su secretario general del PRI.
Se equivocó Fernández Noroña, lo que lo puede dejar fuera de la mesa directiva del Congreso de la Unión y a años luz de la simpatía del presidente.
Veremos cuál será el resultado el próximo cinco de septiembre cuando el Congreso de la Unión debe contar con una nueva mesa directiva para el tercer y último año de labores.
Lo que puedo adelantar, Fernández Noroña la tiene difícil tras equivocarse en sus señalamientos y en sus arrebatos viscerales.
Nadie puede hacer del recinto legislativo un mercado y mucho menos un escenario de la apología del crimen.