El repudio y la estulticia

No se puede esperar más de aquellos que prometieron un cambio y que ahora acusan una persecución cuando son ellos los que encabezan una cruzada contra la libertad de expresión y un constante hostigamiento en contra de todos aquellos que hacen críticas sustentadas y documentan las irregularidades cometidas

Historias Joven Reportero

La estulticia en su máxima expresión resulta cuando se enarbola una causa feminista para sacar raja política, pero que, en los hechos, no fue más que una estrategia de marketing político

Historias de un joven reportero

Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizInc

No sorprende que algunos hombres y mujeres de poder, en plena decadencia y en caída libre, se nieguen a ver su realidad, inventen conspiraciones en su contra, culpen a otros para justificar sus fracasos y escupan para arriba sin temor a que ese salivazo les aterrice en la cara.

Nadie puede entender porque algunos políticos recurren de manera frecuente a las prácticas de la disociación, la amnesia selectiva y la esquizofrenia ocasional para olvidar sus corruptos pasados, inmolarse públicamente como impolutos y aventar la primera piedra sin esconder la mano ante un falso sentimiento de inmaculación.

Sí, ellos son puros y santos y jamás perdieron porque el electorado los condenó en las urnas ante sus incapacidades, atrocidades y quebrantos a las arcas de los municipios y daños patrimoniales en contra del estado.

Ver: Sergio Salomón y su ruta al 2030

Para identificar a esta clase políticos y políticas tan solo falta revisar sus publicaciones en sus redes sociales y sus más recientes declaraciones para no tener duda de que son ellos los que piensan que todos sus pecados y delitos se olvidan de un ‘plumazo’ tras culminar el cargo encomendado o el servicio público por el que fueron elegidos en las urnas.

Esta clase política, de la peor que se haya visto en Puebla, es capaz de pasearse en total clandestinidad en Palacio Nacional, sede de la presidencia de la República, o acompañar a los diputados federales de otros estados en sus informes legislativos, porque saben que en el territorio poblano corren el riesgo de que los poblanos los identifiquen y los regresen a su triste realidad.

Ellos y ellas son los mismas que esconden sus rostros en los privados de los restaurantes más exclusivos de la ciudad de Puebla o de San Andrés Cholula, los que viajan en camionetas con los cristales polarizados y quienes aprovechan la soledad de las primeras horas de la mañana para grabar videos en las calles del Centro Histórico, porque su sola presencia no podría pasar la prueba de caminar por los portal del primer cuadro de la capital sin recibir un reclamo, una injuria y hasta una grosería.

No, ellos no tienen la satisfacción del deber cumplido.

Por supuesto que el pueblo tiene memoria y conoce que sus gestiones fueron las peores de la historia en Puebla.

Jamás habíamos visto que un alcalde o alcaldesa poblana fuera catalogada como la peor de todo el país, al decir de diferentes encuestas reconocidas y certeras.

Vaya galardón para esos que ahora deciden cerrar los ojos, taparse los oídos y repartir culpas a mansalva antes que hacer un acto de mea culpa y pedir perdón a todos los electores que decidieron darles su voto para encabezar un gobierno inclusivo, diferente y de izquierda.

Y es que, negar lo que es visible es su único consuelo.

La estulticia viene incluida.

La capacidad para mentir mirando a los ojos no solo resulta descarada, también es insultante.

No se puede ser tan repudiado o tan repudiada sin tener cierto grado de cinismo.

Ver: La clave es asegurar la bolsa más grande de votos en 2024

Perder una elección popular por más de veinte puntos no es obra de las guerras sucias, las campañas negras ni las traiciones, es el resultado de un mal gobierno plagado de irregularidades, inoperancia, ineficiencia y simulación.

La desvergüenza en su máxima expresión resulta cuando se enarbola una causa feminista para sacar raja política, pero que, en los hechos, no fue más que una estrategia de marketing político, pues los casos de violencia con razón de género, acoso y hostigamiento sexual salieron a la luz para confirmar que el valor de las mujeres en la administración no es más que una moneda de cambio hasta para las propias mujeres, que hoy buscan redimirse con medias verdades y mentiras completas.

No se puede esperar más de aquellos que prometieron un cambio y que ahora acusan una persecución cuando son ellos los que encabezan una cruzada contra la libertad de expresión y un constante hostigamiento en contra de todos aquellos que hacen críticas sustentadas y documentan las irregularidades cometidas.

El tiempo, sabio como lo es, puso a cada uno en su lugar.

Las mentiras quedaron al descubierto.

El descenso al infierno es real.

Ver: El Gobierno de Puebla, a la vanguardia en Salud en México

No importa las sonrisas falsas, los chistes y las declaraciones popoulacheras sentados en algún café del Zócalo.

El precio del repudio supera a cualquier estulticia.

Repudio y estulticia, de eso se componen.