Historia No Contada IV: That’s the press, baby

Rafael Moreno Valle tardó once días en reaccionar por el caso Chalchihuapan, pero la respuesta fue aún más sorprendente: convocó el domingo 20 de mayo a todos los medios de comunicación oficiales para ordenarles la difusión de su verdad.

Historias de un Joven Reportero

Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizPue

El pasado domingo se cumplieron ya tres años de la crisis que marcó el sexenio morenovallista: la muerte del niño José Luis Tehuatlie a manos de un policía estatal durante el sangriento enfrentamiento en la comunidad de San Bernardino Chalchihuapan en julio de 2014 entre uniformados y un grupo de habitantes inconformes por el retiro del Registro Civil en su junta auxiliar.

El ambiente polarizado en los medios de comunicación, en el círculo rojo y en la sociedad tocó picos que no se vivían desde el caso Marín-Cacho.  El tema se politizó, algunos miserables sacaron ventajas del asesinato del menor y otros se volvieron famosos gracias a la sangre derramada en la junta auxiliar de Santa Clara Ocoyucan.

La Ley Bala fue el peor error que cometió Moreno Valle durante su administración al no dimensionar los excesos de legalizar el uso de la fuerza pública para disolver manifestaciones y dotar del uso de armas a policías poco capacitados. La combinación —condenado en la historia­ para siempre— fue fatal.

Incluso, Rafael fue bautizado con el mote del “góber bala”.

Como un ejemplo de lo que no se debe hacer durante una crisis política, Rafael Moreno Valle tardó once días en reaccionar por el caso Chalchihuapan, pero la respuesta fue aún más sorprendente: convocó el domingo 20 de mayo a todos los medios de comunicación oficiales para ordenarles la difusión de su verdad: la ridícula teoría del cohetón y las cabezas de marrano.

La reunión se llevó a cabo en el Salón de Gobernadores del CIS, frente a Angelópolis. Gracias a la traición de uno de los periodistas adictos al morenovallismo, el cónclave con el ex gobernador se filtró a la redacción de CAMBIO y el encargado de infiltrarme en dicho concilio fui yo.

Mi ex jefe de información, Héctor Hugo Cruz, me pidió cubrir la reunión privada de Moreno Valle con sus periodistas, pero no me dio los detalles, únicamente me comentó que el gobernador daría avances de la investigación de la muerte de Tehuatlie.

En pants y tenis (como era una costumbre ir los domingos por la tarde a la redacción de CAMBIO) llegué al segundo piso del Centro Integral de Servicios, en donde se daría la rueda de prensa a la que me imaginé que iba.

A dos años de iniciar en el periodismo eran pocos a los periodistas que identificaba en persona. En el lobby del Salón Gobernadores ya estaban algunos de los convocados. De inmediato reconocí a Mario Alberto Mejía, con sus clásicos jeans, camisa y chaleco; en el sillón de enfrente estaba Javier López Díaz platicando con Juan Carlos Valerio.

Al notar la lista de invitados, le mandé un mensaje a Héctor Hugo para comentarle que no iba a ser una rueda de prensa normal. Al leer mi recado, su indicación —que no había forma de eludirlas— fue “quédate ahí y te metes a la reunión, pinche niño”.

Media hora después, el grupo de periodistas y de los principales dueños de los medios de comunicación en Puebla ya estaban a la espera de la llegada de Moreno Valle. Yo me resguardé en una de las esquinas para apuntar los nombres de cada uno de los convocados.

En cuanto se abrieron las puertas del Salón Gobernadores me coloqué a espaldas de Armando Prida, dueño de Síntesis, que por su gran estatura me ayudó a pasar desapercibido. Antes de entrar al lugar de la reunión a todos nos hicieron dejar los celulares en bandejas para poder ingresar.

Con vestimenta de runner más que de reportero, logré colarme al cónclave. Uno a uno, los periodistas tomaron sus asientos ya asignados con los respectivos membretes. En el 2014, la línea editorial de CAMBIO era opuesta a los intereses del gobierno, por obvias razones, no había un lugar asignado para el periódico en el que colaboré.

Otra vez, decidí quedarme en una orilla del gran salón en el que están cada uno de los retratos de las personas que han gobernado Puebla. A los pocos minutos, logré grabar la entrada de Moreno Valle, quien era escoltado por Facundo Rosas, Luis Maldonado y Juan Pablo Piña (la triada de la ignominia)

El ex gobernador saludó de mano a los periodistas que tenía cerca y justo en ese momento Gerardo Islas, quien en ese entonces asistió a la reunión como dueño de Grupo Sexenio, detectó mi incomoda presencia y se lo hizo saber de inmediato a Fernando Crisanto, ex vocero del gobierno estatal, quien me acompañó a la salida por no contar con una invitación formal.

La nota salió al día siguiente en ocho columnas en CAMBIO y ayudó a derrumbar la verdad oficial que más tarde la CNDH terminó por hundir.

La publicación, junto con la lista de todos los periodistas asistentes, me ganó una ficha técnica con todos mis datos, que el ex director de Comunicación Social del gobierno estatal, Marcelo García Almaguer, pidió de inmediato, como así me lo contó un ex colaborador del funcionario regiomontano.

Esa fue la primera ficha técnica que alguien me hizo.

Desafortunadamente no fue la única.

That´s the press, baby. (Deadline, Richard Brooks).