Historias de un joven reportero
Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizPue
Sergio Castro, uno de los tantos empresarios que en el sexenio marinista se convirtieron en multimillonarios y ex dueño de la desparecida consultoria fiscal IDN, se convirtió en un mito en Puebla.
Cuentan las malas lenguas que Castro López está escondido en Guatemala pasando —si así se le puede decir cuando estás mirando a la muerte de frente— sus últimos días que le quedan de vida a consecuencia de una cirrosis diagnosticada hace más de un año.
Sin embargo, en Puebla aún se gastan los dineros que logró acumular a raudales durante la administración de Marín Torres gracias al grupo Inteligencia en Dirección de Negocios (IDN) antes de que SAT y el IMSS lo colocaron en la black list en 2008 cuando sus esquemas de defraudación y lavado de dinero quedaron expuestos.
Sergio Castro se conviritó en una leyenda entre los mirreyes poblanos. Todos querían ir a sus fiestas en sus casa en La Vista, en Puebla; Santa Fe, en la Ciudad de México; y En Las Brisas, de Acapulco.
¿Por qué?
El empresario marinista se convirtió en un reclutador de «chavitos bien» que conocía en los antros de moda de la Angelópolis, en los que, en su mayoría, era socio mayoritario. Primero, Sergio, o «Serch» como lo conocía en la socialité pipope, los invitaba a su mesa para patrocinar las botellas (las que no rompía en su mesa al grito de «¡es mi pincha antro!») y los shots de la noche, para después seguir el after en su residencia en La Vista.
El junior que le llamada la atención a Castro, era el «rey de la noche»; el ex dueño de IDN no lo soltaba ni para ir al baño y conforme avanzaba la fiesta, el empresario le proponía iniciar algún negocio sin importar la nula preparación o estudios del elegido.
Así, Castro López logró reclutar durante sus años de abundancia a una veintena de jóvenes —todos con el mismo prototipo: bien vestidos, bien parecidos y con altas altas expectativas económicas que eran inalcanzables para ellos— que en Puebla se empezaron a conocer como «Los Chicos IDN».
De la noche a la mañana, los elegidos por Castro, quienes en su mayoría eran del Andes, del Colegio Americano o del Instituto México, se convirtieron en jóvenes empresarios que se paseaban en los carros deportivos de moda, vivían en departamentos en Palmas Plaza o La Paz, y viajaban constantemente a Miami, todo por un simple sacrificio: cumplir los más bajos deseos carnales del dueño de IDN.
Tras su fuga a Centroamérica y con el dinero ahorrado por sus servicios, los Chicos IDN mantuvieron sus negocios y lograron invertir en otros como gimnasios de Crossfit, consultorías de negocios y despachos jurídicos; otros decidieron impulsar sus carreras como fotografos, pintores y hasta cineastas.
Prostitución elite, le llaman algunos.
Escorts VIP, le dicen otros.
Todos tienen un precio y «Serch» Castro lo sabía bien.
Estas historias urbanas son parte de las pláticas en las comidas y desayunos en La Vista y en Lomas de Angelópolis.
Los nombres todos los saben.
Ellos los saben.
Son los Chicos IDN, de Sergio Castro.