Las habilidades de equilibrista de Moreno Valle otra vez a prueba.

Moreno Valle sabe bien que, pese a todos los escándalos y ataques, mantiene el control de Puebla y será su moneda de cambio para el mejor postor en el 2018.

Historias de un joven reportero

Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizPue

En el tablero electoral para la elección del 2018, Puebla, entidad con uno de los padrones electorales más grandes del país, tiene dueño y no es otro más que Rafael Moreno Valle.

En los cuartos de guerras del PRI, PAN y Morena, y en el del gobierno de Enrique Peña Nieto están conscientes de ello. El ex gobernador de Puebla es el amo y señor de las tierras poblanas. El dueño de las cánicas. El señor feudal.

Aunque en las últimas semanas, el aún aspirante —cada vez más rezagado, pero aún aspirante— a abanderar al Frente por México, que conformará Acción Nacional junto con el PRD y Movimiento Ciudadano, fue maltratado en medios nacionales por sus notorios vínculos con un criminal como Othón Muñóz, alías «El Cachetes», el trono de la Angelópolis le sigue perteneciendo.

El ex gobernador panista es un especialista en caminar sobre la cuerda floja.

Un equilibrista nato.

Desde su destape como candidato al gobierno de Puebla en el 2009, los ataques en contra Moreno Valle no han parado, sin embargo la ruta trazada desde la conformación del Grupo Finanzas se mantiene intacta.

En la campaña del 2010, la ofensiva en contra de Rafael se centró en el Hoyo Financiero de mil 532 millones de pesos que provocó como secretario de Finanzas durante el sexenio melquiadista. Muchos periodistas y políticos aseguraron que el ex priista no llegaría a Casa Puebla, pero el morenovallismo logró la alternancia en Puebla.

Ya como gobernador, los analistas políticos dejaron en la orfandad a Moreno Valle como daño colateral de la detención de su madrina Elba Esther Gordillo en el 2013. La mayoría de columnistas no tardaron en mencionar que el encarcelamiento de la ex lideresa del SNTE era una clara señal de que el gobierno de Peña Nieto quería regresarle al PRI el control del Puebla.

Sin embargo, el panista salió avante en su elección intermedia y humilló al tricolor, dejándole sólo tres distritos locales y apenas 87 alcaldías de las 217 en juego.

Para el 2015 la historia no cambio, el ex mandatario poblano enfrentó los comicios federales intermedios en Puebla con el caso Chalchihuapan a flor de piel. Otra vez, las plumas locales se aventuraron en especular que el resolutivo que la CNDH había dictaminado un año atrás, en el que culpaba a la Policía Estatal de la muerte del menor José Luis Tehuatlie, era, ahora sí, el final de la carrera de Moreno Valle.

La maquinaria morenovallista a medio gas y con candidatos muy malos dio muestra de su poderío aún vigente y le dejó ganar al Revolucionario Institucional nueve de los 16 distritos en juego.

Para el 2016, los ataques en contra de Moreno Valle durante la sucesión de su gobierno se centraron en la deuda oculta que se adquirió durante su administración a través de los famosos PPS, no obstante, el ex senador logró lo que nunca había sucedido en Puebla: entregarle las llaves de Casa Puebla a su candidato.

Ahora, a menos de un año de la macroelección del 2018, a Rafael Moreno Valle lo han puesto, una vez más, a caminar en la cuerda floja. Las revelaciones de la red de espionaje operada durante su gobierno y los nexos de él y de sus allegados con «El Cachetes» tienen al aspirante presidencial en una posición incomoda, pero de la cual no es ajeno.

Quien asegure que este es final del morenovallismo en Puebla (aunque muchos así lo quisiéramos) que se ponga a revisar la historia reciente para darse cuenta de las habilidades de equilibrista del ex gobernador.

Moreno Valle sabe bien que, pese a todos los escándalos y ataques, mantiene el control de Puebla y será su moneda de cambio para el mejor postor en el 2018.

Una subasta.

El ex mandatario sumará a la entidad poblana al que le ofrezca las mejores posiciones y negocios durante los próximos seis años, como así lo hizo con Enrique Peña.

A Moreno Valle no le importa si es PRI, PAN o Morena.

Los votos de Puebla son muchos y pueden ser vitales para lo que se juega el próximo año.

Cómo diría Jorge Estefan Chidiac: lana es lana.

Y el dinero está antes que cualquier proyecto de nación o de la estabilidad del país.

Al tiempo.