El ocaso de la carrera plurinominal de Javier Lozano

Si el escándalo con Zhenli Ye Gon y el tristísimo "Copelas o Cuello" o la extinción ilegal que hizo del Sindicato de Trabajadores de Luz y Fuerza del Centro no fueron suficiente para acabar con la carrera de Lozano, su cercanía y prebendas con "El Cachetes" sí lo son.

Historias de un joven reportero

Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizPue

La carrera política de Javier Lozano tiene fecha de caducidad para el 30 de abril del 2018 cuando culmina el último periodo de sesiones ordinarias de la LXII Legislatura.

Al ex priista, ex marinista, ex calderonista, y actual esbirro del morenovallismo le quedan ocho meses para disfrutar de los placeres que otorgar el poder en México.

En una charla con un joven amigo político me comentó que lo único que puede sepultar una carrera política es que te liguen con el crimen organizado, pues ni los escándalos sexuales o de corrupción acaban con un hombre de poder, como quedó comprobado en el actual sexenio de Peña Nieto.

La salida de Lozano Alarcón del gobierno de Antonio Gali, fue la primera señal de que su carrera política plurinominal vive un ocaso anticipado.

Tras la detención de Othón Muñóz, alias «El Cachetes», por sus vínculos con el líder huachicoler Antonio Martínez «El Toñín», Javiercito prefirió recuperar su fuero como senador, ya que él era uno de los amigos más cercanos del ahora residente del Penal de Tepexi de Rodríguez.

Lozano optó por la salida más conveniente: mejor enfrentar cualquier proceso judicial amparado por el malogrado fuero constitucional que como un simple y terrenal servidor público del gobierno poblano.

Para defender a su patrón Moreno Valle, el ahora senador independiente con corazón tricolor publicó en Twitter que «¿Una foto en una cabalgata de 10 mil persona te hace socio o cómplice (sic)? Por supuesto que no. Mi solidaridad con @RafaMorenoValle».

¿Y una camioneta de un millón de pesos regalada por un empresario huachicolero te hace socio o cómplice?

Por supuesto que sí, señor Lozano.

La revelación hecha ayer por el periodista Edmundo Velázquez dilapida la carrera de Lozano Alarcón.

(Sin mencionar que el PAN de Ricardo Anaya ya lo desterró del grupo parlamentario del albiazul en el Senado y está a punto de expulsarlo del partido por su alta traición al encumbrar a Ernesto Cordero como presidente de la Cámara alta).

Punto final.

Aunque Javier Lozano vive en un mundo alterno en el que se cree un tuitstar querido por el pueblo mexicano o un influencer reconocido, la realidad es que el senador sin bancada es más repudidado que alabado. Falta echar un vistazo en cada una de las publicaciones que hace en sus redes sociales para leer las decenas de groserías, maldiciones y mentadas de madre que recibe a diario por parte de los usuarios que no toleran su presencia ni su imagen pisoteada.

Y es que, el perro de presa del morenovallismo creció en la política gracias a su zalamería del gobernador o presidente en turno.

Lozano compitió en dos elecciones, una como candidato a diputado federal por el PRI y otra como candidato a senador por el PAN, en ambas, Javier perdió de fea forma.

Un perdedor nato que alcanzó un escaño en la Cámara alta entrando por la puerta trasera por ser el gran perdedor.

Justo reconocimiento para una persona que tiene más grande el ego que sus atributos políticos.

Si el escándalo con Zhenli Ye Gon y el tristísimo «Copelas o Cuello» o la extinción ilegal que hizo del Sindicato de Trabajadores de Luz y Fuerza del Centro no fueron suficiente para acabar con la carrera de Lozano, su cercanía y prebendas con «El Cachetes» sí lo son.

Aunque en la política nadie está muerto hasta que muere, Lozano es la representación perfecta de The Walking Dead.

#NoSeanOrdinarios.

Y mucho menos amigos de huachileros.

Requiescat in pace.