Por: @Demente120
Todo mundo señala a los ambulantes como una especie de animales ponzoñosos, que debería ser exterminado de manera definitiva.
Sí. Está claro que existe un sector de la población que sí tiene los recursos económicos para no recurrir a los “pinches ambulante mugroso”, como así le dicen los pipopes nice que se gastan sus quincenas y llenan sus tarjetas de crédito en bares y antros de Angelópolis.
Por otro, lado está el “poblano farol”, que aspira a mirrey y compra imitación en La Piedad. Esa subcultura debería ser también patrimonio cultural de Puebla como la Catedral y la Capilla del Rosario.
Esta clase tiene demasiadas carencias, pero se resiste y se la pasa luchando por ser rico para no regresar a la pobreza o viviendo siempre a la mitad. El poblano farol vive en la misma Unidad Habitacional, de la que salió hace no mucho tiempo, pero como ahora son horizontales se le olvida también. Odia y está de acuerdo con la clase alta en la idea de exterminar por completo a los ambulantes, quienes son considerados como una raza inferior que ensucian y dan mala imagen a la urbe de hierro. Qué asco, gooooey.
La gente de escasos recursos está claro que están de acuerdo con los ambulantes, porque forman parte de esa desagradable especie odiada por la sociedad adinerada, bonita, elitista y engreída de Puebla, que es una pequeña minoría, pero que todos los poblanos nos creemos de ese selecto grupo, pero en realidad somos parte de los “faroles”.
Pues bien, mis queridos dementes de closet, déjenme contarles que todos en algún momento consumimos en el comercio informal un refresco (para los q somos obesos claro), o agua, pero embotellada (poooor supuesto, goey)
Lo más maravilloso de este cuento —qué digo cuento, poesía narrativa— de la ciudad de Puebla, por solo poner uno de mil ejemplos es que todos, o bueno el 95% de los poblanos se ha tragado una gordita roja, verde, o bandera, sí, de esas que nos sirven en un plato que es utilizado por todos los aspirantes a sibaritas que odian a los ambulantes.
El mismo plato que tiene las babas embarradas de todos por el mismísimo trapo con el que Doña Pelos se limpia las manos para dar el cambio y después enjuagar en el agua, que utiliza para ablandar la masa.
¿Será que como buenos seres humanos egoístas y cabrones el ambulantaje solo nos caga cuando está en donde no nos gusta o nos estorba? Por ejemplo, afuera de nuestras casas, en la esquina de nuestra calle o frente a nuestros negocios.
Nadie crece con el sueño de ser ambulante, por el contrario. Los sueños se van cayendo, a través de los años cuando son rebasados por la necesidad económica.
La realidad de esta problemática espantosa llamada ambulantaje son las personas al frente del Ayuntamiento, de las Secretarías de Fomento Económico y hasta las Direcciones de Normatividad Comercial, y todas esas dependencias que deberían fomentar el comercial formal y no hacer ferias sin sentido o foros inútiles.
El niño Luisito Banck, quien está más ocupado en cumplir órdenes para poder robarse casi 600 millones de pesos y cumplir así los caprichos de su patrón, le vale madre lo que pasa con sus chalanes encargados de dichas poner en orden el comercio informal. Al no estar vigilados estos burócratas, pueden hacer y deshacer a su antojo y as ahí en dónde empiezan la red de extorsiones y corrupción que es alimentada por el ambulantaje.
Rodolfo Sánchez, líder de la agrupación triple AAA, tiene 350 ambulantes en el Tianguis de Loma Bella, tan sólo 10 que opera. En un sábado, este personaje se embolsa miles de pesos por el cobro de derecho de suelo a cada uno de los ambulantes, quienes pagan una cuota de 50 pesos.
Para darnos una leve idea: 50 pesos por 350 ambulantes, da un total de 17 mil 500 pesos por día.
Ahora, 17 mil 500 por 10 tianguis, dan la maravillosa cantidad de 175 mil pesos netos que proviene del ambulantaje.
Para seguirnos espantando del poder adquisitivo de este “líder empresarial”: cuatro semanas de cobrar derecho de piso equivalen a 700 mil pesos mensuales; que multiplicado por un año nos da un total de ocho millones 400 mil pesos.
Pero, esa no es la noticia, como diría el gordo de Javier López Díaz.
En diciembre, a los ambulantes afiliados al sindicato de Rodolfo Sánchez se les cobra por tianguis $700 pesos para publicidad. En Navidad, este hampón se lleva a la bolsa casi 2 millones de pesos en un mes.
¿Con qué creen que se pagó su mansión en La Vista?
¿De dónde creen que salió el dinero para comprar una franquicia de Italian Coffee?
Si esto gana el líder de los ambulantes ¿De a cómo será la mochada para el Ayuntamiento para hacerse de la vista gorda y permitir el comercio informal?
Ante la pobreza y falta de oportunidades, la gente decide salir a las calles a vender lo que puede para poder sobrevivir
Todos en algún momento hemos llegado a pensar que si perdemos nuestros empleos podemos vender en las esquinas gelatinas con tal de sacar adelante a nuestras familias y que no falte el pan en nuestras mesas.
A esto, señores, se le llama necesidad.
No estoy ni a favor ni en contra del ambulantaje, sino todo lo contrario (como muchos políticos ya aplican esta frase) En realidad, me vale madre que los dejen o los quiten.
Creo que la raíz del problema son los malos gobiernos; también creo que los ambulantes no se ayudan mucho, pues sus calles en las que trabajan son un basurero y también avisan de las vialidades.
Desafortunadamente, estamos muy lejos de que las cosas cambien. Quitarlos es imposible.
Mientras exista la necesidad, existirán los ambulantes. Así que no nos hagamos pendejos, todos hemos consumido en el comercio informal.
Mejor hay que fomentar la campaña “Adopta a un ambulante”. Relajen la raja y disfruten la fruta (claro, fruta de centro comercial no de ambulante).
Yo soy el Señor Demente y nos leemos en la próxima fantasía textual.